martes, 15 de mayo de 2007

Tiro Por La Culata


Parece extraño que a estas alturas del partido se juzgue de mala manera a un grupo de personas que se aíslan de la sociedad con el fin de vivir al alero de sus propias leyes religiosas, ecologistas y pacíficas. La llamada "Secta de Pirque" aguarda a personas libres de desición, agotadas de estar presionadas por un entorno que sólo los debilitaba.
Cansados de ser cuerpos dóciles huyen al campo, a fundar un nuevo orden para ellos y sus familias, rezando a diario por la paz y la (útopica)
búsqueda de la Verdad que se esconde en sus oraciones.
Sin embargo la paradoja es grande; huyen de un desmesurado mundo de fábricas, números y velocidad para instalarse sin perdón bajo el alero de "anti-leyes" que sin mesura también, atentan contra la vida y los derechos humanos, bajo la a veces fácil justificación que es la creencia religiosa.
La obvia ilegalidad que suponen algunos de sus actos, como haber enterrado a la profesora de danza Jocelyn Rivas, es un ejemplo claro de la paradoja que significa; el tomar poder de desición sobre su cuerpo y enterrarlo sin regirse por las leyes constitucionales que irónicamente ahora parecen menos severas que las que ellos utilizaron para decidir hacer sus funerales de la forma más precaria, sin siquiera intentar evitar su muerte en un principio.
Es su propio acto el que los invalida como opción, que muestra su elección como irresponsable y poco consecuente. El intento de ir contra la sociedad y criticarla es totalmente válido, pero ser simplemente personas que critican y llegan a sentirse en un nivel "superior" (de esto no cabe duda, ya que aseguran que de las mujeres embarazadas que hay en la comunidad nacerá el próximo mesías), es descabellado, incluso poco serio.
Si se quiere huir del remolino que implica ser parte de la cotidianeidad del mundo globalizado de hoy es necesario tener garras también para combatirlo o mejorarlo. La crítica sin acción es por decir lo menos,mediocre.

Valentina Montalvo A.

El Baile de los que Sobran



La denominada Comunidad Ecológica y Cristiana de Pirque plantea una forma de vivir alternativa a la sociedad. Podríamos hablar de una vida fuera de la sociedad. El problema (entre comillas) ético se presenta a la hora de la muerte y entierro (entre comillas, otra vez) ilegal de una joven que falleció dentro de la parcela en la que la comunidad reside.
Interesante cuestión. Interesante es preguntarse el por qué de sus ideas (de los líderes del movimiento, claro).

Foucault nos presenta dentro del concepto de sociedad, la disciplina como factor primordial. La disciplina aumenta, por medio del control, la medición y la vigilancia, la (entre varias comillas) utilidad de los individuos y, por ende, su utilidad. En el caso preciso de la Comunidad de la parcela de Pirque, cabe destacar que el inicio del debate tiene por inicio el hecho del descubrimiento de la muerte y posterior entierro de la joven estudiante. Ahí el debate no tiene mucho sentido, ya que más que violación a las concepciones de la sociedad, lo grave es la violación al derecho humano de la salud. La mujer, enferma, no recibió prácticamente atención médica que hubiese, probablemente, salvado su vida. Realmente, este punto es bastante extremo, ya que una decisión (otra vez, entre comillas) ideológica pesa sobre la vida o la muerte de una persona.

La discusión que se desprende, posteriormente, es la de cómo se lleva a cabo el desprendimiento para con la sociedad, cuáles son sus riesgos, cuáles son sus ventajas. No se si ganamos algo discutiendo al respecto. Después de todo, es una opción. Una opción válida, ellos hacen lo que se les antoja hacer con sus vidas. Como diría la gente por ahí, “cada uno con su cada uno”.
La prensa, como (casi) siempre, le pone leña al fuego y comienza (a mi parecer) a encender el asunto. Las críticas fueron, en su mayoría, más bien peyorativas. Se habla de una Secta y se alude a la poca racionalidad, a las violaciones a las costumbres. En el fondo los muestran radicalmente diferentes y apartados. Los Prisioneros lo dijeron hace varios años:


Únanse al baile
De los que sobran
Nadie nos va a echar jamás*  
(o
de más*, nunca me ha quedado claro)
Nadie nos quiso ayudar de verdad


(Y la parte más importante de la canción...)

Laralaláaaa
(Oh oh oh)
Laralaláaaa
(Oh oh oh)



*Se supone (cual sea el caso)

Los políticos saltan a dar opinión. La gente en la calle opina. Todos opinamos. Al fin y al cabo es la libertad de hacer lo que cada uno estime conveniente con su libertad. No sé si Foucault estaría de acuerdo conmigo. Dudo que lo esté. La sociedad impone una cierta conducta, una cierta disciplina. Si bien, Foucault tiene razón, ya que estas personas que no viven (entre comillas) dentro de la sociedad, (entre comillas, one more time) no producen, no son (otra vez) útiles. Ahora bien: no son, en las palabras de nuestro querido Michel, útiles, pero tampoco son, también en sus palabras, dependientes de la sociedad. Pero esa independencia no perdurará si las críticas desarman su forma de vivir.

La fractura del pensamiento social común a (casi) todos nosotros es lo que pone en tela de juicio los principios de esta comunidad. Probablemente sean prejuicios, el problema es que los prejuicios que nos hacen pensar de este modo son tan universales que, más que prejuicios terminan siendo (entre comillas) valores de la sociedad actual, cuya ruptura nos choca extremadamente fuerte, pero luego de reflexionar, podemos entender que como todos somos diferentes y libres de elegir, es posible elegir una vida fuera de la sociedad. Los riesgos que esto implique corren por cuenta propia.



Un punto de fuga

Foucault puede ser un filósofo exepcional, o un paranoico que se siente vigilado y que, para colmo, se proyecta en toda la sociedad. La Comunidad ecológica de Pirque puede ser un panóptico en sí mismo, una pequeña institución víctima de los abusos de poder, habitada por cuerpos dóciles, o un escape a la vigilancia y al abuso de poder de la sociedad, un punto de fuga al sistema carcelario.
Si me baso en lo que dicen los medios, interpretándolo según Foucault, la secta católica sería una ironía, un escape de la sociedad para caer en lo mismo o en algo peor: un líder carismático que maneja a los cuerpos dóciles, que se someten a los ejercicios rigurosos que les impone su disciplina, en un lugar clausurado, “heterogéneo a todos los demás y cerrado sobre sí mismo”, donde se general rangos, como el de Roberto Stack, el líder, y hay un control en las actividades, como rezar cada tres horas. Sería aburrido seguir enumerando características de la cuestionada secta que se prestan para un análisis desde Foucault.
Pero también puede ser que no todo lo que diga la tele sea verdad (diossanto!), y que este grupo fuera víctima de un análisis un poco amarillista que, para colmo, calza perfecto con las ideas de un pobre hombre que creía que siempre lo vigilaban y manejaban. Es cierto, según nuestra educación y lo que dicen los expertos en sectas (que al fin están ganando plata después de que terminara el debate sobre Orias, el que mató al cura), estas personas no estarían teniendo una respuesta correcta frente a la sociedad, y entonces, ¡juzguémoslos! ¡están locos y creen que son felices pero todos sabemos que no lo son! ¿Acaso no existe la posibilidad de que dos amantes se encuentren junto al muro de Berlín y escapen a la vigilancia? ¿No puede existir un punto negro en el panóptico foucaultiano en el que podamos resguardarnos del “Gran Hermano”?
Roberto Stack dice no ser un líder opresor, los habitantes de la secta dicen estar ahí por voluntad propia, y para no basarme sólo en testimonios de personas tan cuestionadas cuyas palabras podrían pesar menos que mis pestañas, sus familiares que viven en sociedad dicen que pueden ir a visitarlos cuando quieran, y que cualquiera puede irse de la parcela de Pirque cuando le parezca.
Este intento por alejarme de la visión que prácticamente imponen los medios, y de tratar de entender a los “incomprendidos”, tiene su origen en una experiencia personal, sí, bien personal, pero que creo que vale la pena contar. Quizás algunos recuerden aquella noticia del pobre niñito depresivo y enfermo mental que se tiró al río sin avisar, así que asustó a su familia y amigos al estar desaparecido durante 10 días, entre el 1 y el 10 de noviembre de 2005. Esto fue noticia porque sus parientes y quienes éramos sus amigos, comenzamos una fuerte campaña de búsqueda, empapelando Santiago con carteles con la foto de Santiago Errázuriz y la página http://www.buscandoachago.tk/ para que, quien tuviera alguna información, se contactara con nosotros. Resulta que Chago no era ese niño enfermo que, según La Segunda, escribía en sus nicks de MSN “No quiero vivir más” (su nick generalmente era “Santiago ago ago”, o simplemente "Chago"). Y tampoco creo que fuera un cuerpo dócil que sucumbió ante el suicidio, así como los de la secta de Pirque sucumbieron ante un aislamiento perjudicial (robo la comparación suicidio-aislamiento perjudicial a alguno de estos expertos en sectas, no recuerdo cual, que apareció en las noticias de Chilevisión hace unos días).
Un tiempo después de la aparición del cuerpo de Chago, un periodista me entrevistó para hacer un perfil de mi amigo. El *** (“sin descalificaciones personales” [Carreño, Rubí]) me hizo un montón de preguntas insidiosas cuya finalidad era sacarme la frase “Sí, el Chago era todo lo que dicen, era un enfermo*”. Respecto a su talento y creatividad para hacer montajes fotográficos en photoshop, me pidió que me refiriera a las horas que él pasaba en el computador, “lejos de la vida en sociedad” y de las consecuencias que esto traía. Claro, alguien que toca guitarra y que pasa horas “lejos de la vida en sociedad”, ensayando, no es así de cuestionado sólo porque hacemos la asociación “pc-locodepresivoaislado”. Más insidioso se puso cuando yo, inocente o quizás tontamente, cometí el error de decir que Chago era fanático de Radiohead.
¿Será que TODO significa que somos cuerpos dóciles, que lo que puede ser un punto de fuga no es más que un engaño que sólo nos lleva a un panóptico que se ve diferente pero que, al final, igual es un panóptico? ¿O puede ser que los integrantes de la secta sean sólo incomprendidos y sí sean felices, como ellos dicen, lejos de la opresión y la vigilancia de la sociedad, y que Chago fuera víctima de una incomprensión de los medios que lo juzgaron como un pobre cuerpo dócil? ¿Alguien que escucha a Radiohead es un depresivo y potencial suicida, o podría haber encontrado un punto de fuga?
El Hail to the thief (qué significativo nombre) de Radiohead, lanzado el 2003, es un disco que, además de ser el esperado retorno a las guitarras del grupo, después de los más bien experimentales Kid A (2000) y el Amnesiac (2001), es conciente de la sociedad y sus abusos (ya vieron la carátula?), y que escapa mediante sí mismo, haciendo música, como otros se matan, y otros se aislan. A simple vista este disco puede parecer muy pesimista , un lamento ante la imposibilidad de escapar de la opresión y la vigilancia:

It's the devil's way now
There is no way out
You can scream & you
can shout
It is too late now

"All hail to the thief"
"But I am not!"
"Don't question my authority
or put me in the dock"

(de la canción “2+2=5”... ¿Orwel?)

Pero la conciencia ante el problema y la capacidad de gritar (y de cantar, de escuchar música, de abstraerse), es un escape. Quizás son más valorados en la sociedad otro tipo de escapes, quizás podamos juzgar que el aislamiento (I will / lay me down / in a bunker / underground – de la canción "I will") o el suicidio implican un desequilibrio mental, pero desequilibrados o no, al menos ellos creen que son libres y felices... ¿y qué importa que los demás no lo crean? Personalmente, creo que hay que estar un poco loco para irse a una secta, y jamás lo haría. Tampoco me mataría. Pero qué bueno por los que, a su manera, son capaces de encontrar un rincón en el cual pueden estar a salvo del sistema carcelario y de esa sociedad que describe el Hail to the thief.
*Chago tenía depresión, una enfermedad, por lo tanto, era estríctamente un enfermo. Pero ni los medios ni ese periodista decían "enfermo" en el sentido clínico, sino en un sentido peyorativo.